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sábado, 12 de diciembre de 2015

Un poco de música que alegra el alma

Pues eso, además de mis embrollos mentales y tal, quiero poner una banda que estoy escuchando mucho últimamente: se llama graveyard, y es increíble.
Sus canciones tienen sentido, su letra es buena, la guitarra y el bajo sensual, combina hard rock con blues y pff, no sé que más decir. De los pocos grupos buenos que quedan.


Mucho tiempo

Hace mucho tiempo que no escribo.
Puede que sea porque no tengo tiempo, o porque no hago tiempo.
Sí, son ambas cosas. Y más aún, no encuentro el sentido de escribir, de hablar, de expresarme aunque sea para mí misma. Ni siquiera estoy donde debo estar, mientras escribo estoy pensando en otras cosas. Ahora mismo pensaba en que ni siquiera me reconozco a mí misma en las palabras que acabo de escribir, y en lo divertido que sería que un día me diera por imprimir todos mis escritos de este blog y fotocopiarlos, ponerlos en un cuaderno y tenerlo para más adelante leerlo.
Lo tengo que hacer.

Espero que no sea de estas cosas que me propongo y luego nunca hago, porque sería una pena,pero es algo muy típico de mí.

En fin. En este último mes ha pasado de todo y de nada. Desamores como lluvia, cayendo sobre mí cuando menos me lo espero,yéndose y dejando un día soleado pero yo siguiendo mojada. Mojada, y hundida.
Seguramente cuando lea los antiguos posts no sabré identificar a quién iban referidos, pero en realidad van dirigidos hacia una misma persona: la persona que idealizo, esa persona de la que estoy constantemente enamorada pero que nunca asoma. Esa persona es la que me lo fastidia todo, pues siempre creo que está disfrazada de alguien que conozco, pero luego me doy cuenta de que no. Es una persona hecha de expectativas inalcanzables, de deseos, de futuro y de esperanza. ¿Por qué me atormentas? Vete.

Seguro que es mejor conocer a las personas sin pensar en si estarás detrás tú, o no. Tal vez es más justo, como dice mi psicóloga, ver las cosas de forma objetiva y no esperar que todo el mundo me entienda, ya que mi forma de ver las cosas es diferente. La forma de ver las cosas de todos es distinta, eso es obvio, pero la mía es diferente.

Todo el mundo quiere creerse diferente, todos creen que lo son, pero no, las estadísticas muestran lo contrario.

Ahora tengo que socializar, que quedar con gente que creo que me odia, intentar mirarles a los ojos, escuchar y procesar lo que dicen, no perderme en mi mundo, beber pero de forma moderada sin que me entre el ansia de beber rápido y mucha cantidad, que no me de un quasi ataque de pánico, vestirme, maquillarme, peinarme, hacer algo por mi vida, etcétera. Qué dificil es vivir.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Todo lo demás es ruido

Me siento tan estresada, tan agobiada, tan fuera de este mundo, que presiento que voy a estallar en poco. Me siento irritada, pero no puedo expresarlo. Irritada probablemente conmigo misma, porque todas las cosas que quiero hacer, todas las cosas que planeo, no las puedo cumplir, porque mi cabeza va demasiado rápido, y no puedo concentrarme. 

Estoy totalmente fuera de control. 

No puedo focalizarme ni focalizarlo en nada. Cualquier imbécil me dirá: bueno, haz ejercicio. Sí y no. Sí porque YA LO HAGO, y no porque no puede calmarme del todo, y también porque el hecho de tenerlo como plan me hace agobiarme. Tengo el día totalmente perdido porque esta centrado en eso que tengo que hacer. 

Dudo que alguien me entienda. Es que me siento como agotada físicamente, pero mi cabeza va a mil. La mayoría de la gente, si está cansada, es algo tanto físico como mental, o por lo menos, mental. Lo mío es al revés. Y es realmente inaguantable. Porque entonces, mi cabeza no se identifica con mi cuerpo y es ahí cuando me siento como "fuera" de mí, no proceso bien lo que veo, escucho, hago, lo que la gente me dice. Se me olvidan las cosas, no sé lo que dices, porque estoy pero no estoy escuchando. Oigo ruido. Todo lo demás es ruido para mí.

Ya no sé que hacer. Me dan ganas de rendirme, de sacar la bandera blanca.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Enfadada conmigo misma

Cuando tengo ese humor irritable, esa ira interna que normalmente descargo y desahogo (erróneamente) contra mí misma, suelo pensar que esa ira es contra los demás. Porque nadie me entiende, porque nadie me quiere, porque me dejan de lado, porque las cosas no me salen bien... Pero es, más bien, un enfado conmigo misma.

Si uno está bien consigo mismo, en paz, no le afecta de esta forma lo externo. El problema es cuando emocionalmente hablando tienes como una piel de mariposa, o de porcelana, o más bien, estás en carne viva y todo lo que te pasa te afecta el triple. Y no sólo todo lo que venga de fuera, porque por dentro también me exijo, me machaco, me abuso psicológicamente.

¿Por qué todo esto? ¿Qué es lo que me pasa? ¿He hecho algo mal? ¿Qué odio de mi misma?
Todo esto es dificilísimo de responder. Lo que me enfada cuando estoy irritada es que no fuera capaz de ser como todo el mundo, de vivir siempre en mi burbuja, de no haber hecho tantos amigos, de dejar que todo me afectara tanto, de no gritar a tiempo, no llorar a tiempo. De muchas cosas. Pero cuando estoy en otro humor ese tipo de cosas me gustan, es por eso que es difícil saber lo que me enfada, porque otras veces es lo que me gusta de mí. No tiene ningún sentido, pero es así, no se expresarlo de otra manera.

Supongo que hay que incidir en la razón de esta ira. Odio no poder controlar lo que siento, lo que hago. Mis despistes, cuando me ausento del mundo exterior involuntariamente, cuando me pierdo en mis ensoñaciones absurdas. Porque sé que esa es la razón de muchos de mis fracasos. Y no me quiero permitir fracasar, no lo tolero. Esa no tolerancia y ese sentimiento que me da fracasar es el mismo que siento cuando me hacen una crítica, por más constructiva que sea. Puedo darle vueltas por el resto de mi vida. Y lo relaciono porque, en cierto modo, una crítica la interpreto como un fracaso. No la tomo como una opinión útil que me pueda orientar, o como un comentario al que no hago caso, no. Me lo tomo demasiado en serio y siento que la persona y el mundo están en contra mía porque hago eso mal. Que todo lo que hago está mal. Me dejo llevar demasiado por las opiniones de los otros, porque son las que veo como opiniones más estables que las que tengo yo de mí misma.

Ya sé. En mi infancia siempre me han dicho mis padres: eres diferente, eres diferente. Y eso es bueno, cultívalo, la gente no entiende, son todos tontos, vos vas a llegar lejos y ellos no. Nos fuimos de un país a otro para conseguir una vida mejor, fuimos los valientes, los que escaparon de un país en ruinas, los sobrevivientes. Uno no puede evitar compararse con la élite de la teoría de la evolución de Darwin y sentirse en la cima, auto elogiarse por demás, ser demasiado narcisista y perfeccionista. Porque no puedes permitirte estar a la altura (o bajura) de los demás, porque desde pequeña me sentía diferente porque ninguno de esos niños sabría lo que era dejar tu país, tu familia, tu escuela, tus amigos, tu todo para irte a otra tierra a doce mil kilómetros de distancia.

Me enfado conmigo misma porque no puedo cumplir ciertas metas, y ahí me veo como una niña normal, que fracasa y comete errores, y es como un jarrón de agua fría. Pero no debe ser así. Puedo permitirme el enfado pero racionalizarlo. No pasa nada por no estar a la altura, no soy un robot. No hacer ciertas cosas bien no significa ser mediocre. De hecho, nadie lo es. Cada uno tiene sus batallas, sus monstruos y fantasmas y eso es algo que debería haber comprendido desde pequeña. Pero no es lo que me enseñaron, y cuesta cambiar eso. Tal vez creyeron que inculcándome una actitud defensiva me iba a sentir bien conmigo misma, despreciando al resto porque erróneamente se cree que eso te hace más fuerte, pero no es así. Siempre ha sido y siempre será más fuerte el que comprende, el que entiende que a veces se gana y otras se pierde, y que eso no determina la valía de uno mismo. Nada de eso lo determina. Cada uno tiene momentos en los que tiene más o menos facilidades para afrontar el día a día.

Tengo que aprender que puedo tomarme ciertas vacaciones cuando lo vea necesario. Que no pasa nada por hacer un paréntesis en tu vida, por darte prioridad.

martes, 3 de noviembre de 2015

Músculos en tensión

No sé qué hacer ahora mismo. Necesito encontrar algo (o alguien) que me mantenga despierta, que me de una razón para ser feliz, para estar ilusionada. Pero no consigo nada.

Hoy me he despertado con un vacío inmenso. Siento ser tan negativa, pero es lo que siento. Me levanté tarde, no pude ir a la primera clase (lo cual agradecí), y sabía que iba a ser un mal día.

No me malinterpretéis, no soy la típica chica adolescente que piensa que el mundo es una mierda, no.
Yo sé que todo esta en mi cabeza y en la interpretación que le doy al mundo, pero sabía que MI día iba a ser horrible, porque la química de mi cerebro ya se había despertado trastocada.

Cuando llegué a clase, ya dentro, entre el calor de la calefacción y la gente, las palabras, y por supuesto la obligatoriamente requerida concentración (estábamos en estadística) supuso que me agobiara de tal manera que sentía que me iba a morir. O huía de allí corriendo, o me iba a desmayar ahí mismo.
Aguanté. No se cómo, pero aguanté. Claro que, la compañera sentada al lado mío me echaba miradas de vez en cuando porque no entendía qué me pasaba, y no sabía que hacer. Me notaría tensa, con todos los músculos del cuerpo alerta, con la cara de aguantar llorar y con los ojos llenos de lágrimas. Pero ¿Qué iba a hacer?

En fin, sobra decir que después de esa infernal clase me fui a casa.
Y aquí estoy, escribiendo justo después de lo sucedido. Me siento algo mejor, ya que estoy dentro de mi zona de confort... Supongo que todo mejorará si me pongo a ver una película.
Hasta pronto.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Todos dicen que el blanco y el negro no existen,

Que todos formamos parte de una escala de grises.
Por lo tanto,

Yo no existo.





Mátenme. Eso lo pienso muchas veces. Porque siento que el vacío que siento es tan inmenso que me golpea. Que me empuja, que me arrastra, que me patea.

Necesito llenarlo con algo.

Lo primero que se me viene a la cabeza es una solución insana; beber, fumar, etcétera. Pero no voy a pasar por ahí. Me gusta mucho dibujar, y eso hago. Muchas veces opto por escuchar música, y eso hago. O leer. Pero cuando el vacío no es un vacío normal y es un agujero negro; no tiene solución. Sólo hay que esperar a que se aleje,  o que te consuma por completo. Ahí no hay nada que valga, sólo esperar.
"El tiempo lo cura todo" Sí, y no. Porque esperas, y algo se va. Pero espera un poquito más y vuelve otra cosa peor, o la misma.

Necesito una solución, por dios.


viernes, 30 de octubre de 2015

¿Quién soy?

Es una pregunta realmente difícil. A veces preferiría que me preguntaran ¿Quién eres tú en este mismo instante? Aparte, eso se solapa con el cómo estoy en este momento. Y, aún así, me costaría responder.

De todas formas, voy a intentarlo.

Soy una persona que piensa demasiado. Esa es una de las pocas cosas de las que estoy segura. También pongo mi corazón en todo lo que hago hasta en lo que no debería, pero vivo todo muy intensamente. Es por eso que las cosas me afectan el doble que a los demás.
Me lo tomo todo demasiado en serio.

Soy vegana desde hace 7 años, siempre me han gustado mucho los animales, porque no juzgan y son inocentes.
Soy una persona creativa; me gusta escribir, dibujar, leer, pintar, e imaginarme cosas. Nunca he tenido otro talento especial porque he sido muy inconstante con todas las actividades que he empezado. Empecé guitarra, la dejé. Empecé piano, lo dejé. Y así con gimnasia rítmica, teatro, y muchas más. Lo empiezo porque me apasiona, porque creo que voy a llegar lejos en esa materia, pero unos días después no sé qué estoy haciendo ahí.

Respecto a lo mismo, no sé si soy introvertida o extrovertida. Depende del día, la hora y con quién esté. Puedo ser lo que sea. Precavida u osada. Simpática o antipática. Soy lo que a la gente le haga feliz mientras quieran estar conmigo.
Los demás me consideran muy tranquila, porque es lo que ven por fuera. No quiero que nadie se preocupe por mí, pienso que los voy a molestar. Lo que también me han dicho cuando se han enfadado conmigo es que soy egoísta y manipulo a la gente a mi conveniencia. A veces me doy cuenta pero la mayoría de veces lo hago sin querer.
No me gusta por tanto hacer daño a otras personas, así que cuando estallo de rabia la descargo contra mí misma.
A veces no se si lo que vivo es real, o es que soy parte de una película. Esto último sinceramente no sé expicarlo bien, lo siento así.
Creo que es una descripción bastante pobre pero es que, sinceramente, no sé responder.

sábado, 24 de octubre de 2015

Antes de tomar mi corazón, reconsidéralo

Soy una persona muy apasionada e intensa. Necesito hartarme de ti. Sudarte, cansarme de verte, de decirte lo que siento. Abrirme sin que me importe asustarte.

Todo esto es parte de mí, parte de mí filosofía. Pero me estoy conteniendo. Porque en estos tiempos que corren, tenéis miedo. Miedo a sentir. Miedo a comprometeros. Miedo a rechazar y a ser rechazados. No se puede seguir así. Basta ya.

¿Por qué tanto miedo? Me lo habéis contagiado a mi. Claro que no es el mismo miedo. Yo tengo miedo a dar con algunos de vosotros, chihuahuas temblantes y aterrorizados de vivir. Sois muchos. Odio tener que ser alguien que no soy yo, alguien desganado, precavido, como quien se acerca a una mosca para atraparla sin que huya. ¿Por qué no podemos sentir libremente? Tengo miedo de ahuyentar a todo aquel que a la mínima escucha esa alarma que tiene incorporada para correr en una dirección (y seguramente, hasta zigzagueando porque, ya sabéis, toda precaución es poca)

Vuelvo a decir, soy una persona muy intensa. Todo lo voy a sentir al máximo. Y puede que eso te asuste. Bueno, dime ¿qué te asusta? ¿No sabes lo que quieres? ¿Hacerme daño? ¿Hacerte daño?
Vive, ¡por favor! De la vida se aprende. Ten curiosidad, pregúntate ¿qué pasaría si...? Y si al final resulta que no, perfecto, algo has aprendido. Si luego resultas herido, bueno. Siente el dolor. Grita. Llora. Si lo que pasa es que no sientes nada, dilo. Di: Stop. No me encuentro a gusto. HABLA. No pasa nada. Pero supera tus miedos de una vez.

Avanza.

Colores y frutas

Cada persona tiene un tono de color propio. De hecho, algo así leí en un artículo del gran Risto Mejide. "Tengo gamas de ti". No vengo a hacer un artículo copia, ni un vulgar artículo de opinión. Si queréis leerlo, ya sabéis. Google Search da para rato.

Simplemente, esto de los colores es algo que siempre he percibido. Es como una forma infantil de comprender las relaciones y personalidades humanas. Con infantil no estoy usando un adjetivo despreciativo, desde mi punto de vista, lo infantil es lo más puro, lo más básico, lo más inocente y que mejor se comprende por todos.

Cada uno tiene un color especial, muchas veces una especie de combinación de gamas tornasoladas, que se unen como los colores rojo azul y blanco de las pastas de dientes.
Cuando una persona conoce a otra; ¿qué pasa? Como explicaré más adelante, percibo esto como la famosa (y tediosa) versión de la media naranja (,ya veréis el por qué).

Muchas veces al conocer a personas, (y con conocer me refiero a realmente lograr abrirse hacia alguien y que se abran a ti, o que como mínimo se comparta una experiencia, un recuerdo, una lección de vida) tus colores se unen con los de esa persona. Pueden no mezclarse, pero tal vez completas tu gama con algún nuevo color que has visto en el compañero, a veces ellos completan la suya, o a veces ambos modifican algo. Muchas veces se sustituye un color del otro por uno que tenías antes y en fin, todas las posibles variantes.

Pero ahora voy a dar un giro y voy a poner un ejemplo.

"Él era rojo, y le gusté porque yo era azul. Cuando me tocó, yo, de repente, era de un color liláceo. Y ahí él decidió que el lila no era para él." - Ashley Frangipane

Muchas veces cambiamos adaptándonos  demasiado a los demás, olvidando que la razón por las que están con nosotros en un principio es porque tenemos nuestro color particular. No dejemos de ser quienes somos. Está bien modificar algunas cosas que aprendemos de los demás, porque de eso se trata crecer. Pero como alguien ya ha comentado, no se pueden ser medias naranjas. Porque las medias naranjas no pueden rodar por sí solas, necesitan de la otra mitad para seguir su camino. Y no. Somos colores (o frutas) diferentes, especiales, y no nos hace falta nada más para serlo. Deja que te quieran por lo que eres. Y aprende de una vez que el primer y más puro y auténtico amor es el propio. Si a ese paso aún no has llegado, ya sabes por dónde empezar.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Un agujero negro en el espacio.

Las cosas que me diferencian de un agujero negro son menos de las que me asemejan a uno.

Lo que quiero decir con esto es que, para poder llegar a una buena descripción de mí misma, sin decir ningún adjetivo (porque el problema con esto es que no se me puede definir; soy ese adjetivo y también su contrario) lo mejor es utilizar una metáfora.

Soy un agujero negro. Mientras los demás son estrellas, planetas, asteroides, lunas, unos más antiguos, otros más jóvenes, unos más fríos, otros más cálidos, con diferentes tamaños y colores, y con diferente cantidad de lunas o anillos a su alrededor, yo soy un vacío negro.

Un vacío atractivo, misterioso, donde no se sabe qué pasará, qué habrá al otro lado. Si te acercas demasiado, su magnetismo te atraerá; pero ten cuidado, es sólo para destruirte al final. Es una oscuridad que lo abarca todo, que quiere más y más, que atrae a todos los que se acercan y los sume en una profunda oscuridad.

Y, tristemente, es así. Todos los que se preocupan por mí o me quieren, caen en una espiral terrible de preocupaciones hacia mí, de no saber cómo actuar; porque un día quiero cariño y al otro día no quiero que me toquen, porque a veces la persona tiene que recordarme que está aquí para mí, que no me va a fallar aunque yo crea que sí, etcétera.

Y de verdad, lo siento mucho. Lo siento a todos aquellos que lograron aguantarme y a los que les di la espalda. Pero conmigo es un "o lo tomas, o lo dejas". Soy así, y me es imposible cambiar, porque es la sangre que corre por mis venas; está en cada célula de mi ser.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Conociendo la raíz del problema

Últimamente me he puesto a pensar, a raíz de todo lo sucedido estos últimos 4-5 años, en cuál puede haber sido el desencadenante, o cómo se creó mi estructura mental; no creo que se trate sólo de la química de mi cerebro, si no que hay algo más.

Siempre he sido muy curiosa y he querido ir más allá y saber la causa de los problemas que a primera vista son inexplicables. Imagínense mis ansias por descubrir algo cuya respuesta se haya en mí y en mis recuerdos. Debo realizar un gran esfuerzo y una enorme introspección, pero lo haré.

Desde que tengo memoria hay algo que siempre estuvo ahí que, aunque no conozca cómo funciona la cabeza de las personas mentalmente sanas, sé por conversaciones que lo mío no era del todo normal. Veamos. Siempre fui muy sensible, y desde el principio mi característica era la timidez y, sobre todo, la incapacidad de expresar mis emociones. Si desde siempre he notado y han notado que soy una persona muy (extremadamente) sensible; ¿Cómo es que de bebé ni siquiera lloraba? Eso era algo que a mis padres les llamaba mucho la atención. Yo era "la tranquila" de la familia. Si bien muchas madres se alarman porque tal vez su hij@ llora demasiado sin explicación, motivo suficiente para acudir al médico, lo mío era totalmente distinto. Tal vez ya desde pequeña sentía que no quería incordiar a los demás con mis sentimientos o deseos.

Teniendo en cuenta esta hipersensibilidad (cosa que nadie sabía, pero que yo sentía muy dentro de mí, como si cada gesto, cada palabra me doliera el triple que al resto), y que raramente lo expresaba, hay algo ahí que se fue guardando dentro de mí, haciendome daño, almacenándose para un día explotar.

Fuera de lo que yo llamaría la "base biológica" hubo un gran cambio en mi vida: mi padre se fue a España para intentar buscar trabajo y hacernos un digno hueco a mi hermana, mi madre y a mí para mudarnos allí (que ahora es aquí). Una vez conseguido, nos mudamos, dejando a toda la familia y a todos los amigos atrás. En esa época yo tenía unos 6 años, y si soy sincera no sabía muy bien lo que ocurría, como siempre, estaba en mi mundo.

Lo más dañino vino después, cuando llegué al colegio, totalmente distinto a lo que yo había vivido en Argentina. En Argentina se podría decir que yo era la "líder" y contaba con muchísimos amigos, siempre tenía familia que me apoyara desde cualquier ángulo, tíos y tías con los que jugaba porque eran casi de mi misma edad, primos, etcétera.
Al llegar a España todo cambió. Solo tenía a mi hermana, estaba completamente sola. En la escuela no me hacían bullying, eso era prestarme demasiada atención; me ignoraban por completo. No querían saber nada de mí, me miraban con desprecio, y cada cosa que yo decía la sentía como una tontería, una estupidez, por la reacción que causaba en los demás. Me empecé a sentir realmente inferior, al punto de pensar que no valía nada. Todo eso, si lo sientes desde los 6-7 años, te marca de por vida, aunque en tu vida adulta tus amigos te intenten demostrar lo contrario.

Si no fuera porque conseguí una amiga (también Argentina), el resultado habría sido seguramente peor. Nos aislaban, pero al menos ya éramos dos.

Cuando pasó un año en el que estuvimos en España, mi madre, mi hermana y yo volvimos a Argentina, dispuestas a no volver, aunque mi padre se quedara. No, mis padres no se habían separado ni nada, pero debido a que mi Mamá estaba pasando por una depresión muy, pero que muy fuerte (hace unos días me confesó que muchas veces estuvo a punto de tirarse del balcón, pero que hubo un "ángel" que la salvó) regresamos.
A los 10 días de regresar mi madre se dio cuenta de que había cometido un error, por lo que mi padre tuvo que volver a ahorrar matándose trabajando en España para que pudiéramos volver. Así, tres meses después ya estábamos de vuelta en España. ¿Cómo puede aguantar todo eso la mente de una niña pequeña? En fin. Aún no he acabado.

Tras volver, todo siguió más o menos igual, mi amiga argentina Catalina y yo, juntas contra el mundo, juntas contra España. Además, ella tenía cero personalidad y yo la podía moldear a mi manera, hacer que pensara como yo, hacer que se pegara a mí. ¿Recordáis que dije que nunca expresaba cómo me sentía? Bien, si lo hacía no era verbalmente, si no a través de otros medios. Hago alusión a esto porque me viene a la cabeza cuando mi madre me sorprendió haciendo un dibujo en Paint que ponía algo tipo "muerte a los españoles" y "viva Argentina" con muchos monigotes sangrando y muertos, y dos monigotes con cara triunfante y malvada. Recuerdo que pensaba imprimirlo y pegarlo en el colegio. Estaba en tercero de primaria, ja, ja.

Cuando empezó la secundaria, mi amiga y yo íbamos a ir al mismo instituto, y de hecho fuimos, pero me abandonó. Me dejó de hablar y se fue con otras amigas. Estuve sola muchísimo tiempo, hasta que conocí a una chica francesa con la que congenié increíblemente bien. A los dos meses volvió a Francia. No me quedaba otra que intentar hacerme amiga de dos chicas de la clase que parecían más o menos decentes, aunque un poco manipuladoras e hijas de p*ta. Ahí si se podría decir que me hicieron bullying; hablaban mal de mí a mis espaldas, me utilizaban, me manipulaban, etc. Pero yo me dejaba, porque no quería perder más amistades, hasta que me harté.
¡Ah! me olvidé de nombrar a otra amiga argentina, Solange, que tuve unos meses, no teníamos muchas cosas en común pero era buena persona, sólo que... Adivinen: volvió a Argentina o a no sé dónde y nunca más supe de ella.

En fin; abandonos, abandonos, y más abandonos. Y más soledad. Todo eso reforzaba la poca autoestima que me tenía, y eso llevaba a que dijera que amaba la soledad y que yo no necesitaba a nadie; como siempre negando mis sentimientos, guardándolos bien dentro de mí.
A veces incluso me daban picos de alta autoestima y me decía que yo era la mejor, que eran todos inútiles (el nacimiento de mi odio hacia la humanidad) que no era más que un claro reflejo de mi tristeza y la soledad que sentía.

Mientras tanto, mi hermana tenía su grupo de amigas, al que se tuvo que resignar a presentarme ya que me iba a morir del asco estando tan sola. Siento que fui incluida a la fuerza en ese grupo; al final acabaron queriéndome, pero al principio se encerraban en un círculo a hablar y me dejaban fuera. Si me invitaban a alguna casa o a algún cumpleaños suyo, yo era la que sostenía la cámara y las grababa o les sacaba fotos. Yo era un trípode. Un fantasma. No era nada.

Paralelo a todo esto, siempre tuve a mi hermana. Sí, genial, pero por otro lado, siendo mi hermana mayor, siempre sentía que era ella la que hacía todo bien y que ella tenía total potestad para mandarme y para controlarme y moldearme. Eso también me hizo muchísimo daño, pero ella también sufrió muchas cosas que yo sufrí y se reflejó en sus trastornos que también arrastra hasta el día de hoy (lo sé, somos un completo desastre)

Poco a poco fui haciéndome un sitio, pero ya mi cabeza iba mostrando signos de cabecita trastornada; ya de por sí las relaciones que intentaba tener con otros chicos eran realmente inestables; un día quería a una persona hasta el punto de obsesionarme de manera enfermiza, y si lo conseguía y salía con él, no era capaz de durar más de uno o dos meses, porque acababa cansándome y queriendo estar sola. Si no conseguía salir con él, me deprimía de una forma impresionante y era incapaz de salir del pozo. Un momento, ¿por qué hablo en pasado? Esto me sigue pasando actualmente. Un día quiero a alguien, y al otro día no quiero ni que me toque.

Cuando quiero a alguien tengo tantísimo miedo a que me abandone que no lo puedo soportar. Cuando no quiero saber nada de la persona y prefiero estar sola, pasa un tiempo hasta que de nuevo siento una necesidad enorme de estar con alguien, y me siento inútil y sola, cuando casi siempre he sido yo la que ha auto-saboteado todas las relaciones que he tenido. Es paradójico y estúpido.

Es tan así que tengo casi 20 años y aún no he tenido una relación que durase más de cuatro meses. En fin, además de todo esto, empecé a beber alcohol muy pero que muy temprano: en principio, fue mi tío el que me emborrachó (y yo consentí) en una boda mezclando coca-cola con vino cuando yo tenía 10 años. Tres años después tuve la primera borrachera seria, de estas que por poco acaban en hospital. Así comenzó mi espiral de auto-destrucción. También me provoqué el vómito por primera vez por esas fechas, o tal vez con catorce años, pero de forma aislada. Fue después cuando se convirtió en un problema.

Todos los verdaderos problemas comenzaron por el 2011,cuando mi hermana, mi gran apoyo y a la vez la causa de muchos de mis problemas se fue un año entero a EEUU. Cuando se fue no sentí nada, sinceramente, pero al parecer, fue tan grande ese cambio, ese "abandono" percibido por mi subconsciente, y el hecho de encontrarme sola de verdad por primera vez lo que provocó que empezaran la depresión, la ansiedad y los cortes.

Quiero ser breve aquí porque no me gusta rememorar todo lo que sigo haciendo hasta el día de hoy: tuve mi período quasi anoréxico (porque llegué a pesar 47 kilos, teniendo un IMC de 17,9, comiendo solamente entre 600 y 700 kcal por día), hasta la bulimia, dándome atracones bestiales (tan pero tan frecuente que llegué a tener derrames en el ojo y a sangrar por la garganta), a abusar de las pastillas que me habían prescrito y mezclarlas con alcohol, a cortarme cada vez más fuerte sin importar qué podría pasar, hasta llegar a mi casa en el coche de la policía nacional por robar aún pudiendo permitírmelo (era una jodida tableta de chocolate, pero... cleptómana), y, bueno, promiscuidad por doquier, con hombres y mujeres.

En fin, es un pequeño (muy pequeño) resumen de mi vida, pero necesito poner todo en orden.


domingo, 6 de septiembre de 2015

La chispa.

La gasolina ya estaba echada, sólo hizo falta una chispa para prenderme fuego.

No escribo desde hace dos días, y pasó de todo.

Bastó con que tres personas se metieran conmigo y me metieran en medio de una discusión, unas cuantas copas de vino, una cuchilla y una noche sola en casa para que todo pasara.

Al llegar mis padres, me vieron en el baño, toda ensangrentada y cortada. Llorando, oliendo a alcohol y drogada. No fue un intento de suicidio, ni mucho menos. Un brick de vino, ocho ibuprofenos, tres antidepresivos y cuatro ansiolíticos no pueden causar la muerte, y mucho menos los cortes (por más profundos que fueran); pero cuando me encuentro mal me gusta flirtear con la muerte, hacer equilibrio entre esa fina línea entre la cordura y la locura por la que siempre camino, y ver hasta dónde puedo llegar. Sinceramente me siento avergonzada, y no lo quiero recordar.

Simplemente espero que no se repita. No quiero hacer a mis padres pasar por todo esto otra vez. Seguro que esa imagen no se la van a olvidar en su vida, y lo peor es que ahora no me quieren dejar nunca sola, soledad que siempre disfruto y que tan bien me hace.

Además hoy quedé con mi ex, para terminar de hablar todo lo que quedaba por hablar, y de hecho, me dijo que me veía más delgada. Aunque a mí no me lo parezca, si me dicen eso normalmente me agrada, pero mi dismorfia llega hasta tal punto estos días que me lo tomé a mal; me veo tan, pero tan gorda que creo que me lo dijo para hacerme sentir bien, sin más. No es verdad, para nada. Estoy enormemente gorda.

¿Por qué no adelgazo o me mantengo si estoy comiendo menos? Ni puta idea.

Tengo ganas de volver a la universidad ya, esta monotonía va a acabar conmigo, en serio.


viernes, 4 de septiembre de 2015

Anestesiada.

Hubo días en los que me llegué a tomar hasta 20 pastillas de un medicamento que me había recetado mi primer psiquiatra al principio de mi primer terapia (un momento, la busco en Google, porque sólo me acuerdo de la marca Lyrica).

Eso, "pregabalina". Al parecer una droga que muchos yonkis querían obtener en la farmaci falsificando recetas o falsificando enfermeddes, ya que en grandes cantidades era como una droga recreativa.

20 pastillas.

Digamos que lo experimenté en todo su esplendor.
Me sentía borracha, rara, con ganas de dormir, pero sobre todo, se me había olvidado todo por lo que estaba mal. Tomarlas fue un impulso; no pretendía morir, pero en esa época era todo así, al límite; porque ni pretendía morir ni tampoco pretendía vivir. Sinceramente, me daba igual absolutamente todo lo que me pasara, escuchaba a mis instintos autodestructivos y ya está. Evidentemente, si no hubiera parado, todo habría acabado mal. Mejor dicho todo habría acabado.

Todo eso fue allá por el 2012, dos años después de empezar a sentirme realmente mal. Desde esa fecha hasta ahora se puede decir que ha sido una subida y una bajada constante, pasando por las auto-lesiones a los vómitos, a la anorexia, a tomar demasiado alcohol, demasiadas pastillas, y todo lo que implique auto-destrucción.

Debo añadir que los Trastornos Alimenticios por los que pasé y paso no se deben al superficial propósito de ser delgada; ni mucho menos. Eso es algo que muchas personas no entienden. No se trata de eso, se trata, al menos para mí (no conozco la mente de otras personas) de expresar externamente el dolor que se siente dentro, de tener una meta, un propósito, un "cuando consiga estar así o asá seré feliz", una luz en el túnel, sumado a que la sensación de hambre te da cierta energía y felicidad indescriptibles y que el hecho de darse atracones-vomitar lo interpreto poéticamente como llenarse de todos los problemas comiendo todo lo que encuentre en la cocina y luego simbólicamente expulsarlos todos, y volver a sentirme vacía. Todo es mucho más de lo que se ve, y de lo que nos hacen creer.

Blanco, negro, blanco.

Bueno.
Voy a cambiar un poco el tono de la anterior entrada, a fin de estar un poco positiva, por lo menos para sentirme mejor. Después de todo éste y no otro es el propósito de este blog.

Esto de ser diferente al resto puede tomarse desde una perspectiva un poco más optimista. Estar tan sola después de todo puede ayudarme a encontrarme. Estoy dibujando y pintando más, leyendo más, escribiendo más. Eso también es una muestra de que los antidepresivos no me funcionan, ya que normalmente me coartaban la creatividad, me la anulaban, me la ahogaban.

No me importaba porque me bastaba con sentirme bien, eso es lo primordial, no me iba a quejar.
Aprovecharé este mes de locura y creatividad ya que el siguiente recomenzaré la terapia, y probarán otras drogas conmigo, o al menos otras dosis. En este blog iré contando mi viaje; durante este mes en contraste con el que viene, octubre, un mes difícil para mí también porque es el mes de mi cumpleaños.
Y no sé por qué motivo, pero alrededor de mi cumpleaños me vuelvo bastante depresiva. Tampoco me gusta que me hagan fiestas o regalos, me siento culpable; como que la gente se está tomando una molestia que no desean tomarse sólo porque "deben hacerlo" y "para quedar bien". Nunca interpreto que lo hagan porque me quieran o porque de verdad quieran regalarme algo o festejar mi nacimiento. Jajajaja. Nadie haría eso por mí.
Tengo una gran desconfianza hacia todo el mundo que me rodea, creo que la gente es simpática sólo porque es lo que se debe hacer, pero que, en realidad, molesto y soy aburrida, y nadie quiere tener nada que ver conmigo.
De hecho, cuando tengo un novio o hago nuevos amigos, en cuanto veo que no me responden por unos minutos a un mensaje que les he enviado, o cuando me cambian algún plan que he hecho con ellos me empiezo a preguntar "¿Qué he hecho mal? Ya la he vuelto a cagar. Nadie me quiere, todos me abandonan. Seguro que todos están en contra mía de forma secreta."
Todos esos pensamientos me hacen mucho daño, y de ello deriva el hecho de que nunca quiera contar como me siento a nadie, porque no quiero ser una molestia, ni ser pesada. Prefiero no preocupar a nadie con mis problemas, porque, después de todo son sólo míos y yo me debo hacer cargo, ya que en realidad todo el mundo mira por sí mismo. Somos todos egoístas, a nadie le importa nada del otro, mientras no le afecte de forma negativa o positiva, les da exactamente igual.

Este tipo de pensamientos me vienen de forma recurrente, obsesiva y repetitiva cuando estoy en las épocas donde me encuentro peor; hasta tal punto de desconfiar de mis propios padres y de pensar que no me quieren, y que no quieren saber nada de mi, o que al menos no les importa un carajo cómo me sienta.

Por otro lado, cuando me siento genial conmigo misma pienso que nadie me merece, que yo soy genial y que todos me admiran, que ven que soy distinta, que intimido o que tengo un don especial. Que soy increíblemente hermosa y que voy a hacer grandes cosas en la vida.

En fin... ¿Hay alguien que me entienda?

jueves, 3 de septiembre de 2015

Prefiero sentir dolor a no sentir nada en absoluto.

El período por el que estoy pasando ahora es el de vacío completo. De verdad, prefiero mil veces más la felicidad extrema y hasta agotadora (como es obvio) o incluso la tristeza profunda y oscura, llena de pensamientos intrusivos. Este vacío me está matando poco a poco. Me siento extraña. Me aburro, me siento sola. Me duermo, me despierto, desayuno, me vuelvo a dormir, me despierto, miro un poco la tele, leo, escribo, como, me vuelvo a dormir. Y para colmo, estoy comiendo como una cerda, y no me gusta nada mi cuerpo. Quiero volver a mis 47 kg o, al menos, a los 50. Pero lo peor es que no, este vacío no me deja ni siquiera restringir mis comidas o comer menos sin que me afecte. Si ahora como menos o al menos lo intento el vacío me puede y termino comiendo en un intento fallido de llenar ese hueco emocional. Luego, eso si, si me paso demasiado intentando llenarlo, lo elimino todo en el baño más cercano.

Necesito un próposito, algo que me mueva. Cada vez tengo menos pasiones, menos actividades, personas o lugares que me hagan vibrar, que me hagan sentir viva. Para esto último sólo me queda la autodestrucción.
No obstante todo lo dicho, lo ideal sería que disfrutara de mi existencia o de mi vida estando contenta con lo que tengo, sin necesidad de estímulos externos para tener ganas de vivir. Suelo decir que "cuando pierda peso estaré más contenta" "cuando empiece el 25 de septiembre 3ero de Criminología y me vaya a la residencia sola, sin padres y con mucha fiesta y amigos estaré feliz" "Cuando me saque el carnet de conducir ya estaré bien" "Cuando conozca a alguien que me guste de verdad, a quien ame, sea hombre o mujer, seré feliz del todo y todos mis problemas se irán." Pero, la verdad es algo distinta: si el problema está DENTRO  de mi, no hay nada externo que lo quite. Los antidepresivos y ansiolíticos solían funcionar, pero ya no. Tal vez es mi culpa por beber alcohol (demasiado, tal vez) todas las noches que estuve en Francia (2 meses enteritos, bebiendo CADA noche) pero eso es algo que no quiero reconocer.

Escribir suele ayudar, me encuentro conmigo misma, expreso mis emociones sin importar quién me lea o me deje de leer.

Ya ni siquiera me importa si eres alguien que conozco y me estás leyendo, nada me puede dar más igual. Después de todo soy 100% sincera, soy  100% yo, y esto es lo que hay. Si no te gusta, ahí tienes la puerta; lárgate.

Ya tengo suficiente con lo que me juzgo yo a mí misma.

martes, 1 de septiembre de 2015

Vuelta a casa

Qué sentido tiene todo. Estoy de vuelta en casa, pero no siento como si lo estuviera. Me siento como un pez fuera del agua, me siento extraña. Me siento insensible. Creo que los antidepresivos no están funcionando bien. Ya no me curan la depresión, la ansiedad y la disociación, pero sin embargo me hacen insensible, neutra, sin capacidad de llorar, pero tampoco puedo reír, nada me emociona, todo me da exactamente igual. Rindo bien un examen que llevaba preparando desde hace mucho, no me impacta. Voy a llegar tarde a un sitio importante, tampoco me afecta, y sigo con mi tranquilidad y neutralidad de muerta.

Sólo espero que pase este mes mortífero de forma rápida para poder empezar terapia. Es la primera vez que quiero, todas las anteriores había ido obligada y a todas las terapias dejé de ir, pero esta vez veo que es mi única alternativa. Necesito ir, o si no, perderé la cabeza por completo.

Me quedo con poca batería, más tarde seguiré escribiendo.

sábado, 29 de agosto de 2015

Al borde de la locura.

Es increíble cómo una pequeña frustración como no encontrar las llaves puede sacar lo peor de mí y hacer que me de una crisis de ansiedad, o lo que sea que me haya dado, que me den ganas de morir y que no pueda parar de llorar, con un nudo que me oprime el estómago de una forma impresionante, que me sienta sola, abandonada, sin solución y sobre todo en un extremo de desesperación imparable. Es un vacío indescriptible, más vacío que el mismo vacío, es la nada, es sentirse completamente desolada y sin remedio.

No sé que hacer. Tengo miedo. Tengo miedo de que no funcione la terapia que comience esta vez, como todas las veces anteriores, pero esta vez sabré que se han agotado las opciones. ¿Qué voy a hacer si no hay nada que me cure? No puedo vivir así. Pero tampoco quiero matarme porque no quiero hacer daño a los que quiero. Siempre se va a tratar de complacer a otros, y nunca de hacer lo que yo realmente quiero hacer. Pero es así, prefiero su felicidad a la mía, así que estaré condenada a vivir en este mundo sufriendo, porque al parecer prefieren que esté pero mal a que no esté (y probablemente feliz, porque si muero habré escapado de mi cerebro definitivamente).

Es curioso como he acabado sintiéndome así, con lo prometedor que parecía ser todo (en teoría, teniendo en cuenta mi familia y mi educación, y demás porquerías). Miro fotos de cuando era pequeña y me entristece. No porque me parezca chocante comparar, si no porque incluso desde pequeña ya me notaba distinta. No tenía amigos, hablaba con los animales y las plantas, a las que me parecía oír responderme (no era nada que yo pudiera comprender, pero sonaba como muchos pájaros piando al mismo tiempo).
Vivía en mi pequeño mundo particular, me gustaba hacer cosas sola; pintaba, aprendí a tocar el piano sola, empecé a leer a los 4 años, y desde siempre viví para adentro. Mientras mi hermana sabía, como todos los niños normales en la niñez, expresar sus emociones, sus rabietas, llorar cuando lo necesitaba y gritar cuando se enfadaba, yo nunca pude. Yo me escondía en las sombras, y pronto gané el título de tranquila y buena. Y tímida. Nadie se puso a pensar en que, como todo ser humano, yo también sentía lo mismo que todos pero que no lo expresaba porque no podía. Por ende, nadie se preocupó en preguntarme o en sonsacarme lo que sentía. Y es así como empecé a cargarme el cuerpo con emociones y sentimientos tóxicos que nunca llegué a expresar, que nunca fui capaz de contar porque yo misma me sentía ridícula y avergonzada de mi misma, por sentir, por enfadarme, por estar triste. Siempre sintiéndome culpable, no queriendo preocupar a terceros. Sonriendo más de lo que se me pedía, haciendo gracias, siendo "la feliz y alegre", como si fuera una máscara para esconder "mi verdadero yo". Ese "yo" que no sé qué es, y creo que nunca lo sabré.

Por tanto, una vez todos aquellos seres queridos lo suficientemente queridos como para saber sobre mi situación actual se enteraron de cómo estaba, de que estaba hecha un verdadero trapo, se sorprendieron. "¿Cómo? ¿Candela? ¡Pero si ella fue siempre súper alegre y feliz!" Ahí está el quid de la cuestión.
Por ejemplo puedo poner el sorprendente suicidio de Robin Williams, un actor de COMEDIA, y al que siempre se lo había visto feliz, y con "aparentemente ningún motivo para estar mal". Ahí lo tienen.

jueves, 27 de agosto de 2015

Poder.

¿De dónde sale mi alta autoestima? si la mayoría de las veces la tengo por los suelos. Tengo una teoría. El negro sale de la mezcla de todos los colores en su cantidad exacta, por lo que podemos asemejarlo a esto. Lo contrario a algo crea su contrario. Sin día no hay noche, sin oscuridad no hay luz. Sin falta de autoestima no hay alta autoestima.

Hay veces que me siento poderosa. Y lo mejor de todo es que externamente se nota. Hay algo en el aire que hace que las personas se acerquen a mí más cuando la tengo alta que cuando la tengo baja. De hecho, escribo esto porque ayer, estando en una fiesta de 4 hombres y yo (si, no sé ni yo cómo acabé ahí) Todos aludían a mi magnetismo y a lo guapa que era, y a mi forma de mirar enigmática y a la vez misteriosa e intimidante. Wow. De todo eso que dijeron lo que más me gustó fue lo de "misteriosa e intimidante". Sé que queda mal que yo lo diga. Bueno, no. Si lo digo es porque me sorprende, porque no lo creo del todo yo misma. Y me sienta bien que me digan esas cosas, algo que no es muy frecuente pero que ocurre cuando las personas se ponen ebrias y se ponen a decir la verdad; porque las palabras ebrias son pensamientos sobrios.

En fin, intentare recordar esto la próxima vez que me encuentre mal. Tengo que recordar que si quiero, puedo. Que si me siento poderosa, lo soy. Somos lo que pensamos que somos, somos lo que sentimos ¿no? Tal vez tú también deberías intentarlo, a ver qué tal.


miércoles, 26 de agosto de 2015

Caos

Ahora todo ha vuelto a ser como antes.
He vuelto a la oscuridad, me ha vuelto a absorber, y mi familia lo sabe.
Vuelta a empezar: psicólogo, psiquiatra, miradas inquisitivas, sentirme observada, sentir que decepciono, que no soy como creían, que soy un ente frágil y estúpido que ni siquiera tiene el instinto básico humano de supervivencia de autoconservación, porque intento autodestruirme. Patético.

Pero dentro de este conocimiento, de repente sale de la nada un ego enorme que me dice que soy la mejor, que nadie entiende, que es un mundo de idiotas y yo soy la privilegiada que ha nacido con una mente superior al resto. OK, cualquier manual de psicología lo diría; supongo que ese ego viene de la falta de autoestima. Es casi obvio, y también paradójico. Pero todo en esta vida lo es.

¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿Qué sentido tiene todo? ¿Vale la pena vivir? ¿Vale la pena morir?
UF. SOLO QUIERO DEJAR DE PENSAR.
Normalmente eso lo consigo tomándome unas cuantas benzodiacepinas...
Pero no. Tengo que trabajar. Tengo que estar bien. Sonreír, y todo eso. Y además, me quedan 8 pastillas para sobrevivir 4 días, así que hay que hacerlas durar.

Te odio, no me dejes.

Tengo un gran problema con las relaciones sociales. Me siento sola gran parte del tiempo pero porque yo misma las boicoteo, porque al mismo tiempo no quiero tener a nadie cerca. Quiero sentirme querida pero cuando consigo a alguien que me quiere de verdad, me  alejo. Me asusta. ¡No quiero que te acerques! No me toques. Te odio.
Y cuando se van, me siento abandonada. Defraudada. Inútil. Nadie me quiere. Necesito cariño. O no.
No sé que quiero, ni a qué estoy jugando. Es una de cal, otra de arena. Un tira y afloja constante que no me deja tener ninguna pareja estable. O me obsesiono con determinada persona, o de repente la detesto y quiero que me deje en paz. Así no se puede. He llegado a manipular a personas que de verdad me querían, a dejarlas, a volverlas a querer, como a mí me apeteciera, a jugar al "te quiero, no te quiero" o al "si me quisieras harías esto.." al ponerme yo de víctima cuando en realidad, son ellos la presa y yo el monstruo dantesco que les absorbe la energía vital.

Porque una vez me dijeron "Atraes, eres magnética. Pero haces daño a los que quieres." o bien "Eres egoísta, no tienes empatía. Pero de repente eres la más sensible. Candela, no hay quien te entienda"

Cómo me van a entender si ni yo misma puedo.

martes, 25 de agosto de 2015

Me quiero ir de aquí

Hola otra vez. ¿Sí que estoy dando la lata hoy, eh? es que necesito hablar. Y nadie me habla. Y me siento hiper sola.

Leí las antiguas entradas y cuál fue mi sorpresa al ver que se dieron casi en la misma fecha pero hace un año. WOW. Pero sí, suele ser un mes malo para mí, casi todos mis "brotes" (como yo suelo llamarlos) ocurren por estas fechas. En fin, a lo que iba, quiero irme de aquí.

Pero literalmente, no os creáis que me quiero suicidar o algo, que aún no.
Resulta que estoy en Francia de "au pair" desde hace 2 meses. Tengo el idioma, conocí a un montón de gente, estoy de rollo con el chico más guapo del lugar, tengo autonomía, puedo hacer lo que quiera al terminar de trabajar, nadie me controla, etc. Pero me quiero ir. Ya ha pasado mi tiempo aquí, y me aburro. Y me da ansiedad. Y sólo quedan 5 eternos días. Pero no aguanto, mi impaciencia me puede, joder.

Anoche ya la lié cortándome el brazo con un cuchillo de cocina, y no estoy para nada orgullosa. Fue otro impulso. De hecho me da hasta verguenza admitirlo, pero es que ni siquiera me sentía mal. Estaba borracha, y fue llegar a la caravana (si, ahora vivo en una caravana) y coger un cuchillo de cocina y cortarme. No, no he resumido detalles, fue simplemente así, sin más. Penoso.
Doy pena.
En fin ... hablando de dar pena: hace más o menos una semana, estaba más nerviosa de lo normal y me di varios atracones seguidos a lo largo de cuatro días (más o menos). Colateralmente, apareció una mancha roja enorme en mi ojo, en la parte blanca, y cuál fue mi sorpresa al ver en Google que era un vaso sanguíneo roto por causa de: o bien alergias, o bien un estornudo fuerte, un esfuerzo excesivo, problemas de coagulación, o bien problemas de circulación o, (cómo no, ahí estaba): como consecuencia de el esfuerzo al vomitar en los casos de bulimia.
*aplausos*

Ya hablaré mañana si me acuerdo, y si no, pues hasta el año que viene.




¿Aburrimiento?

Vuelvo a escribir el mismo día y a la misma hora, porque la verdad es que necesito desahogarme. No sé si mañana volveré a escribir, pero es hoy cuando necesito expresarme.
¿Es aburrimiento? Sí, pero algo más. Siempre es algo más. No puedo aburrirme demasiado porque si no mi cabeza se vuelve loca, y vuelve la depresión.

Sinceramente no se si la depresión es algo que viene y va, si no que es algo que se queda escondido, hasta que cierta experiencia o el jodido ABURRIMIENTO hace que aparezca. Suena estúpido y banal, pero desgraciadamente es así. Seguro que cualquier persona con depresión estaría de acuerdo conmigo. Y yo tengo la explicación lógica y evidente: el aburrimiento saca lo peor de las personas que no paran de pensar.

Y sí, yo pienso, pienso, y pienso. Pienso tanto que hasta no actúo, o todos los pensamientos me anulan y entonces me vuelvo impulsiva, y actúo sin pensar. Es todo una jodida paradoja. Y claro, si uno tiene cosas que hacer, aunque los pensamientos martilleen en la cabeza no logran hacer ese efecto. Sin embargo, cuando estoy aburrida... en fin. Le doy vueltas a todo, hasta a mi propia existencia y eso no es nada bueno. Empiezo a tener pensamientos intrusivos sobre beber y tomar muchas de mis pastillas y dormir hasta el otro dia, o de darme un enorme atracón de comida y vomitarlo, o cortarme los brazos, sin límites, hasta lo que más pueda. Más sangre, más profundo, más rápido, más. "¿Qué sentido tiene hacer eso?" diréis, y diré yo cuando estoy "cuerda". Ahora respondo con otra pregunta "Pero, ¿qué sentido tiene todo? Nada tiene sentido. Vivimos en un completo caos. Nada de lo que hacemos tiene sentido. Nada.


Bienvenida otra vez

Estoy aquí de nuevo. No se por qué, ni cómo, pero sigo aquí. Nunca me he ido del todo. Esta cabeza loca mía al parecer siempre va a sacar su lado oscuro, un lado que odio y amo al mismo tiempo porque es parte de mí.
No es que me considere diferente ni nada por el estilo, no conozco al resto de la gente ni lo que pasa por sus cabezas, pero sí sé que tengo un lado oscuro, magnético, terrorífico y profundo. ¿Un lado? ni que fuera un cubo. Más bien, creo que soy una esfera, sin lados pero que gira y gira y nunca se sabe dónde va a ir a parar. No sé quién soy, de donde vengo exactamente ni a dónde voy. ¿Como entenderme entonces? no hablo de los demás, si no de mi misma hacia mí misma. ¿Cómo ir a terapia si ni siquiera sé lo que me pasa?

No me acordaba de que tenía este blog, de hecho, ni recuerdo las 4 entradas que escribí, pero algo dirán. Si son inútiles las borraré.
No pretendo que nadie lea mi blog, pero por lo menos escribo para desahogarme, y no es algo tan solitario como escribir en Word y guardar los documentos en algún archivo olvidado del ordenador. Escribiendo en un blog al menos siento que sirve para algo.