Cuando tengo ese humor irritable, esa ira interna que normalmente descargo y desahogo (erróneamente) contra mí misma, suelo pensar que esa ira es contra los demás. Porque nadie me entiende, porque nadie me quiere, porque me dejan de lado, porque las cosas no me salen bien... Pero es, más bien, un enfado conmigo misma.
Si uno está bien consigo mismo, en paz, no le afecta de esta forma lo externo. El problema es cuando emocionalmente hablando tienes como una piel de mariposa, o de porcelana, o más bien, estás en carne viva y todo lo que te pasa te afecta el triple. Y no sólo todo lo que venga de fuera, porque por dentro también me exijo, me machaco, me abuso psicológicamente.
¿Por qué todo esto? ¿Qué es lo que me pasa? ¿He hecho algo mal? ¿Qué odio de mi misma?
Todo esto es dificilísimo de responder. Lo que me enfada cuando estoy irritada es que no fuera capaz de ser como todo el mundo, de vivir siempre en mi burbuja, de no haber hecho tantos amigos, de dejar que todo me afectara tanto, de no gritar a tiempo, no llorar a tiempo. De muchas cosas. Pero cuando estoy en otro humor ese tipo de cosas me gustan, es por eso que es difícil saber lo que me enfada, porque otras veces es lo que me gusta de mí. No tiene ningún sentido, pero es así, no se expresarlo de otra manera.
Supongo que hay que incidir en la razón de esta ira. Odio no poder controlar lo que siento, lo que hago. Mis despistes, cuando me ausento del mundo exterior involuntariamente, cuando me pierdo en mis ensoñaciones absurdas. Porque sé que esa es la razón de muchos de mis fracasos. Y no me quiero permitir fracasar, no lo tolero. Esa no tolerancia y ese sentimiento que me da fracasar es el mismo que siento cuando me hacen una crítica, por más constructiva que sea. Puedo darle vueltas por el resto de mi vida. Y lo relaciono porque, en cierto modo, una crítica la interpreto como un fracaso. No la tomo como una opinión útil que me pueda orientar, o como un comentario al que no hago caso, no. Me lo tomo demasiado en serio y siento que la persona y el mundo están en contra mía porque hago eso mal. Que todo lo que hago está mal. Me dejo llevar demasiado por las opiniones de los otros, porque son las que veo como opiniones más estables que las que tengo yo de mí misma.
Ya sé. En mi infancia siempre me han dicho mis padres: eres diferente, eres diferente. Y eso es bueno, cultívalo, la gente no entiende, son todos tontos, vos vas a llegar lejos y ellos no. Nos fuimos de un país a otro para conseguir una vida mejor, fuimos los valientes, los que escaparon de un país en ruinas, los sobrevivientes. Uno no puede evitar compararse con la élite de la teoría de la evolución de Darwin y sentirse en la cima, auto elogiarse por demás, ser demasiado narcisista y perfeccionista. Porque no puedes permitirte estar a la altura (o bajura) de los demás, porque desde pequeña me sentía diferente porque ninguno de esos niños sabría lo que era dejar tu país, tu familia, tu escuela, tus amigos, tu todo para irte a otra tierra a doce mil kilómetros de distancia.
Me enfado conmigo misma porque no puedo cumplir ciertas metas, y ahí me veo como una niña normal, que fracasa y comete errores, y es como un jarrón de agua fría. Pero no debe ser así. Puedo permitirme el enfado pero racionalizarlo. No pasa nada por no estar a la altura, no soy un robot. No hacer ciertas cosas bien no significa ser mediocre. De hecho, nadie lo es. Cada uno tiene sus batallas, sus monstruos y fantasmas y eso es algo que debería haber comprendido desde pequeña. Pero no es lo que me enseñaron, y cuesta cambiar eso. Tal vez creyeron que inculcándome una actitud defensiva me iba a sentir bien conmigo misma, despreciando al resto porque erróneamente se cree que eso te hace más fuerte, pero no es así. Siempre ha sido y siempre será más fuerte el que comprende, el que entiende que a veces se gana y otras se pierde, y que eso no determina la valía de uno mismo. Nada de eso lo determina. Cada uno tiene momentos en los que tiene más o menos facilidades para afrontar el día a día.
Tengo que aprender que puedo tomarme ciertas vacaciones cuando lo vea necesario. Que no pasa nada por hacer un paréntesis en tu vida, por darte prioridad.
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