Cada persona tiene un tono de color propio. De hecho, algo así leí en un artículo del gran Risto Mejide. "Tengo gamas de ti". No vengo a hacer un artículo copia, ni un vulgar artículo de opinión. Si queréis leerlo, ya sabéis. Google Search da para rato.
Simplemente, esto de los colores es algo que siempre he percibido. Es como una forma infantil de comprender las relaciones y personalidades humanas. Con infantil no estoy usando un adjetivo despreciativo, desde mi punto de vista, lo infantil es lo más puro, lo más básico, lo más inocente y que mejor se comprende por todos.
Cada uno tiene un color especial, muchas veces una especie de combinación de gamas tornasoladas, que se unen como los colores rojo azul y blanco de las pastas de dientes.
Cuando una persona conoce a otra; ¿qué pasa? Como explicaré más adelante, percibo esto como la famosa (y tediosa) versión de la media naranja (,ya veréis el por qué).
Muchas veces al conocer a personas, (y con conocer me refiero a realmente lograr abrirse hacia alguien y que se abran a ti, o que como mínimo se comparta una experiencia, un recuerdo, una lección de vida) tus colores se unen con los de esa persona. Pueden no mezclarse, pero tal vez completas tu gama con algún nuevo color que has visto en el compañero, a veces ellos completan la suya, o a veces ambos modifican algo. Muchas veces se sustituye un color del otro por uno que tenías antes y en fin, todas las posibles variantes.
Pero ahora voy a dar un giro y voy a poner un ejemplo.
"Él era rojo, y le gusté porque yo era azul. Cuando me tocó, yo, de repente, era de un color liláceo. Y ahí él decidió que el lila no era para él." - Ashley Frangipane
Muchas veces cambiamos adaptándonos demasiado a los demás, olvidando que la razón por las que están con nosotros en un principio es porque tenemos nuestro color particular. No dejemos de ser quienes somos. Está bien modificar algunas cosas que aprendemos de los demás, porque de eso se trata crecer. Pero como alguien ya ha comentado, no se pueden ser medias naranjas. Porque las medias naranjas no pueden rodar por sí solas, necesitan de la otra mitad para seguir su camino. Y no. Somos colores (o frutas) diferentes, especiales, y no nos hace falta nada más para serlo. Deja que te quieran por lo que eres. Y aprende de una vez que el primer y más puro y auténtico amor es el propio. Si a ese paso aún no has llegado, ya sabes por dónde empezar.
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