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lunes, 7 de septiembre de 2015

Conociendo la raíz del problema

Últimamente me he puesto a pensar, a raíz de todo lo sucedido estos últimos 4-5 años, en cuál puede haber sido el desencadenante, o cómo se creó mi estructura mental; no creo que se trate sólo de la química de mi cerebro, si no que hay algo más.

Siempre he sido muy curiosa y he querido ir más allá y saber la causa de los problemas que a primera vista son inexplicables. Imagínense mis ansias por descubrir algo cuya respuesta se haya en mí y en mis recuerdos. Debo realizar un gran esfuerzo y una enorme introspección, pero lo haré.

Desde que tengo memoria hay algo que siempre estuvo ahí que, aunque no conozca cómo funciona la cabeza de las personas mentalmente sanas, sé por conversaciones que lo mío no era del todo normal. Veamos. Siempre fui muy sensible, y desde el principio mi característica era la timidez y, sobre todo, la incapacidad de expresar mis emociones. Si desde siempre he notado y han notado que soy una persona muy (extremadamente) sensible; ¿Cómo es que de bebé ni siquiera lloraba? Eso era algo que a mis padres les llamaba mucho la atención. Yo era "la tranquila" de la familia. Si bien muchas madres se alarman porque tal vez su hij@ llora demasiado sin explicación, motivo suficiente para acudir al médico, lo mío era totalmente distinto. Tal vez ya desde pequeña sentía que no quería incordiar a los demás con mis sentimientos o deseos.

Teniendo en cuenta esta hipersensibilidad (cosa que nadie sabía, pero que yo sentía muy dentro de mí, como si cada gesto, cada palabra me doliera el triple que al resto), y que raramente lo expresaba, hay algo ahí que se fue guardando dentro de mí, haciendome daño, almacenándose para un día explotar.

Fuera de lo que yo llamaría la "base biológica" hubo un gran cambio en mi vida: mi padre se fue a España para intentar buscar trabajo y hacernos un digno hueco a mi hermana, mi madre y a mí para mudarnos allí (que ahora es aquí). Una vez conseguido, nos mudamos, dejando a toda la familia y a todos los amigos atrás. En esa época yo tenía unos 6 años, y si soy sincera no sabía muy bien lo que ocurría, como siempre, estaba en mi mundo.

Lo más dañino vino después, cuando llegué al colegio, totalmente distinto a lo que yo había vivido en Argentina. En Argentina se podría decir que yo era la "líder" y contaba con muchísimos amigos, siempre tenía familia que me apoyara desde cualquier ángulo, tíos y tías con los que jugaba porque eran casi de mi misma edad, primos, etcétera.
Al llegar a España todo cambió. Solo tenía a mi hermana, estaba completamente sola. En la escuela no me hacían bullying, eso era prestarme demasiada atención; me ignoraban por completo. No querían saber nada de mí, me miraban con desprecio, y cada cosa que yo decía la sentía como una tontería, una estupidez, por la reacción que causaba en los demás. Me empecé a sentir realmente inferior, al punto de pensar que no valía nada. Todo eso, si lo sientes desde los 6-7 años, te marca de por vida, aunque en tu vida adulta tus amigos te intenten demostrar lo contrario.

Si no fuera porque conseguí una amiga (también Argentina), el resultado habría sido seguramente peor. Nos aislaban, pero al menos ya éramos dos.

Cuando pasó un año en el que estuvimos en España, mi madre, mi hermana y yo volvimos a Argentina, dispuestas a no volver, aunque mi padre se quedara. No, mis padres no se habían separado ni nada, pero debido a que mi Mamá estaba pasando por una depresión muy, pero que muy fuerte (hace unos días me confesó que muchas veces estuvo a punto de tirarse del balcón, pero que hubo un "ángel" que la salvó) regresamos.
A los 10 días de regresar mi madre se dio cuenta de que había cometido un error, por lo que mi padre tuvo que volver a ahorrar matándose trabajando en España para que pudiéramos volver. Así, tres meses después ya estábamos de vuelta en España. ¿Cómo puede aguantar todo eso la mente de una niña pequeña? En fin. Aún no he acabado.

Tras volver, todo siguió más o menos igual, mi amiga argentina Catalina y yo, juntas contra el mundo, juntas contra España. Además, ella tenía cero personalidad y yo la podía moldear a mi manera, hacer que pensara como yo, hacer que se pegara a mí. ¿Recordáis que dije que nunca expresaba cómo me sentía? Bien, si lo hacía no era verbalmente, si no a través de otros medios. Hago alusión a esto porque me viene a la cabeza cuando mi madre me sorprendió haciendo un dibujo en Paint que ponía algo tipo "muerte a los españoles" y "viva Argentina" con muchos monigotes sangrando y muertos, y dos monigotes con cara triunfante y malvada. Recuerdo que pensaba imprimirlo y pegarlo en el colegio. Estaba en tercero de primaria, ja, ja.

Cuando empezó la secundaria, mi amiga y yo íbamos a ir al mismo instituto, y de hecho fuimos, pero me abandonó. Me dejó de hablar y se fue con otras amigas. Estuve sola muchísimo tiempo, hasta que conocí a una chica francesa con la que congenié increíblemente bien. A los dos meses volvió a Francia. No me quedaba otra que intentar hacerme amiga de dos chicas de la clase que parecían más o menos decentes, aunque un poco manipuladoras e hijas de p*ta. Ahí si se podría decir que me hicieron bullying; hablaban mal de mí a mis espaldas, me utilizaban, me manipulaban, etc. Pero yo me dejaba, porque no quería perder más amistades, hasta que me harté.
¡Ah! me olvidé de nombrar a otra amiga argentina, Solange, que tuve unos meses, no teníamos muchas cosas en común pero era buena persona, sólo que... Adivinen: volvió a Argentina o a no sé dónde y nunca más supe de ella.

En fin; abandonos, abandonos, y más abandonos. Y más soledad. Todo eso reforzaba la poca autoestima que me tenía, y eso llevaba a que dijera que amaba la soledad y que yo no necesitaba a nadie; como siempre negando mis sentimientos, guardándolos bien dentro de mí.
A veces incluso me daban picos de alta autoestima y me decía que yo era la mejor, que eran todos inútiles (el nacimiento de mi odio hacia la humanidad) que no era más que un claro reflejo de mi tristeza y la soledad que sentía.

Mientras tanto, mi hermana tenía su grupo de amigas, al que se tuvo que resignar a presentarme ya que me iba a morir del asco estando tan sola. Siento que fui incluida a la fuerza en ese grupo; al final acabaron queriéndome, pero al principio se encerraban en un círculo a hablar y me dejaban fuera. Si me invitaban a alguna casa o a algún cumpleaños suyo, yo era la que sostenía la cámara y las grababa o les sacaba fotos. Yo era un trípode. Un fantasma. No era nada.

Paralelo a todo esto, siempre tuve a mi hermana. Sí, genial, pero por otro lado, siendo mi hermana mayor, siempre sentía que era ella la que hacía todo bien y que ella tenía total potestad para mandarme y para controlarme y moldearme. Eso también me hizo muchísimo daño, pero ella también sufrió muchas cosas que yo sufrí y se reflejó en sus trastornos que también arrastra hasta el día de hoy (lo sé, somos un completo desastre)

Poco a poco fui haciéndome un sitio, pero ya mi cabeza iba mostrando signos de cabecita trastornada; ya de por sí las relaciones que intentaba tener con otros chicos eran realmente inestables; un día quería a una persona hasta el punto de obsesionarme de manera enfermiza, y si lo conseguía y salía con él, no era capaz de durar más de uno o dos meses, porque acababa cansándome y queriendo estar sola. Si no conseguía salir con él, me deprimía de una forma impresionante y era incapaz de salir del pozo. Un momento, ¿por qué hablo en pasado? Esto me sigue pasando actualmente. Un día quiero a alguien, y al otro día no quiero ni que me toque.

Cuando quiero a alguien tengo tantísimo miedo a que me abandone que no lo puedo soportar. Cuando no quiero saber nada de la persona y prefiero estar sola, pasa un tiempo hasta que de nuevo siento una necesidad enorme de estar con alguien, y me siento inútil y sola, cuando casi siempre he sido yo la que ha auto-saboteado todas las relaciones que he tenido. Es paradójico y estúpido.

Es tan así que tengo casi 20 años y aún no he tenido una relación que durase más de cuatro meses. En fin, además de todo esto, empecé a beber alcohol muy pero que muy temprano: en principio, fue mi tío el que me emborrachó (y yo consentí) en una boda mezclando coca-cola con vino cuando yo tenía 10 años. Tres años después tuve la primera borrachera seria, de estas que por poco acaban en hospital. Así comenzó mi espiral de auto-destrucción. También me provoqué el vómito por primera vez por esas fechas, o tal vez con catorce años, pero de forma aislada. Fue después cuando se convirtió en un problema.

Todos los verdaderos problemas comenzaron por el 2011,cuando mi hermana, mi gran apoyo y a la vez la causa de muchos de mis problemas se fue un año entero a EEUU. Cuando se fue no sentí nada, sinceramente, pero al parecer, fue tan grande ese cambio, ese "abandono" percibido por mi subconsciente, y el hecho de encontrarme sola de verdad por primera vez lo que provocó que empezaran la depresión, la ansiedad y los cortes.

Quiero ser breve aquí porque no me gusta rememorar todo lo que sigo haciendo hasta el día de hoy: tuve mi período quasi anoréxico (porque llegué a pesar 47 kilos, teniendo un IMC de 17,9, comiendo solamente entre 600 y 700 kcal por día), hasta la bulimia, dándome atracones bestiales (tan pero tan frecuente que llegué a tener derrames en el ojo y a sangrar por la garganta), a abusar de las pastillas que me habían prescrito y mezclarlas con alcohol, a cortarme cada vez más fuerte sin importar qué podría pasar, hasta llegar a mi casa en el coche de la policía nacional por robar aún pudiendo permitírmelo (era una jodida tableta de chocolate, pero... cleptómana), y, bueno, promiscuidad por doquier, con hombres y mujeres.

En fin, es un pequeño (muy pequeño) resumen de mi vida, pero necesito poner todo en orden.


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